encuentro de almas

Por Mariela Muñoz (Maestra artes plásticas)

El mes de noviembre sorprendió a nuestra comunidad con la repentina llegada de un hermoso gato amarillo, supremamente dócil y cariñoso que, a diferencia de nuestra comunidad de  gatos ferales,  que siempre huyen de los humanos, buscaba cariño en los salones de clase. No se sabe cómo llegó. Tal vez alguien lo abandonó o llegó buscando una familia llena de amor y, en su sabiduría gatuna, él sabía que en el colegio Encuentros amor es lo que hay. Los niños pequeños le llamaron Pancho y los jóvenes le llamaron Garfield. Al igual que hacemos con la comunidad feral, le ofrecimos alimento, aunque evitábamos el contacto cercano con los estudiantes, pues no había recibido atención veterinaria. Llegó diciembre y, con la ayuda de una madre de familia,  se coordinó para llevarlo al doctor, ya veríamos cómo haríamos una ‘vaca’ para recoger el recurso necesario. Pancho Garfield regresó en diciembre, castrado, desparasitado y vacunado, pero ya el colegio estaba en vacaciones. Parece ser que tuvo conflictos con los gatos ferales del colegio, pues en enero apareció seriamente enfermo. La rectora Mariú pidió ayuda a la madre de familia otra vez y, así, se salvó la vida de Pancho Garfield: recibió nuevamente atención médica y  se hizo un llamado a la comunidad para recoger los recursos. Lorena, la psicóloga y Mariú le hacían diariamente las curaciones.  Entonces, apareció,  como su ángel guardián,  nuestro estudiante de grado cuarto, Martín Novoa. Uno nunca sabe si la gente adopta los gatos o los gatos eligen a su compañero humano.  ¡El resto de esta historia de final feliz lo cuenta la mamá!

Martín quiso un gato casi desde siempre, pero Javi y yo somos gente de perros. La gente de perros quiere que la necesiten. Quiere un amor predecible y sin misterios. Tras la muerte de Tomasa, Martín volvió a insistir en la idea del gato. Guardamos silencio. Amamos nuestras ventanas sin mallas, la alfombra impecable, el buen olor, los pájaros que alimentamos cada mañana.

La semana pasada nos embarazaron. El lunes Martincho me contó la historia de un pobre gato adulto, lesionado, cariñoso y herido, al que quería adoptar. le pregunté de qué color era. Me miró furioso: «¿Acaso importa?». Guardé silencio avergonzada.


El martes la maestra me dijo que solo un niño como Martín podría quedarse con el gato, fue un golpe bajo. El miércoles en la noche Martín aseguró que si no lo adoptábamos los otros gatos iban a matarlo., ese día el gato fue rotundamente nuestro. El viernes la psicóloga del colegio llegó con el gato: «este gato eligió a Martín», me dijo. Lo recibí entre incrédula y asustada. Estábamos preparados para una guerra de arena, misterio, conquista lenta, timideces, matas muertas, ventanas cerradas. Nada de eso ha pasado. En la noche el gato se acurrucó en medio de los tres mientras veíamos t.v. Más tarde se asomó a la ventana abierta y volvió a entrarse, indiferente. Ha recibido visitas y de todas se deja cargar y acariciar. Nos acompaña a sacar la basura y regresa moviendo la cola. Odia estar solo y maulla para que lo acompañemos a comer y a dar paseos perezosos por toda la casa. Usó la arena desde el primer momento y no quiere salir al balcón porque le asustan los pájaros.


Javi dice que el gato nos engaña. Que apenas nos conquiste empezará a dañar muebles y nos atacará en las noches. Lo dice mientras le acaricia la panza, como al gato le gusta.
Martín nos regaló un gato-perro al que llamamos Mango. Ya a esta altura estoy segura de que si se convierte en un demonio seguiríamos queriéndolo. Esta mañana escuché a Martín decirle quedito «te amo, Mango, te esperé muchos años». Y pues sí, tal vez es así: bienvenido Mango. Bienvenido a casa. Te estábamos esperando.

Tomado de instagram Viviam Unás. Madre del estudiante Martín Novoa.

Martín Novoa y Mango

Please follow and like us:
Pin Share
Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial
Instagram
YouTube
Abre el chat
1
¡Contáctanos!
Hola, bienvenidos a nuestro Colegio, ¿en qué podemos ayudarte?